A veces las horas parecen interminables. Forzarme a callar la voz dictadora de todas las directrices. Escribir sin cesar el relato de un deterioro. Apaciguar la multitud interminable del deseo de devolver la paz al enfermo, la felicidad al senil y los recuerdos al demencial. Dictador de las memorias. Compositor de filosofía clínica. Director del orgullo y del ego pintado de blanco, enmascarado en una prenda bordada con su nombre.
("El ojo se convierte en el depositario y en la fuente de la claridad; tiene el poder de hacer manifiesta una verdad que no recibe, sino en tanto él mismo la ha hecho visible; al abrirse, abre lo verdadero de una primera apertura")
Acaricio su rostro y antes, les deseo bendiciones. Por mucho o poco que me resista, no puedo negarme a mi mismo.
Tomé una luz resplandeciente e impulsé a su vista a retirarse. Acción premedita una reacción. Conservar premedita interactuar hasta obtener certezas. Auscultar es ver con ojos cerrados. Percutir es palpar y medir aquello que se encuentra lejos de mis manos. Me he convertido en un rostro de esperanza, con la enmienda en mi contrato de ser el mensajero del óbito. Pongo mis manos al servicio de los rostros pasajeros con apellido orgánico y nombre propio. Patognomónico. Clasificable. Deteriorable.
Una mirada sonriente, un intercambio de memorias, una vida que salvaguardar. Pronosticador de lo inevitable. Parte de los motivos para arrodillarme, mostrar compasión y humildad al indefenso, otorga confianza para abrir conciencia al consultor de la ciencia en quién disponen de esperanzas. Otorgan por ser y para ser pacientes de su propio destino.
Dedicado en cuerpos y almas. En sonoros y pasajeros momentos de claridad en la oscuridad.
(Rex tremendae majestatis qui salvandos salvas gratis, salva me fons pietatis).
La vida, la enfermedad y la muerte constituyen ahora una trinidad técnica y conceptual. La vieja continuidad de las obsesiones milenarias que colocaban en la vida la amenaza de la enfermedad, y en la enfermedad la presencia aproximada de la muerte, está rota. En su lugar, se articula una figura triangular, cuya cumbre superior está definida por la muerte. Desde lo alto de la muerte se pueden ver y analizar las dependencias orgánicas y las secuencias patológicas. En lugar de ser lo que había sido durante tanto tiempo, esa noche en la cual se borra la vida, en la cual se confunde la enfermedad misma, está dotada, en lo sucesivo, de este gran poder de iluminación que domina y saca a la luz a la vez el espacio del organismo y el tiempo de la enfermedad.. El privilegio de su intemporalidad, que es tan viejo sin duda como el conocimiento de su inminencia, por primera vez se vuelve instrumento técnico que permite apresar la verdad de la vida y la naturaleza de su mal.
La historia natural de la enfermedad bajo la lupa del predicador de la clínica. Maestros que en esculapio honran su paradigma ético y moral. El juramento hipocrático. Lucas pastor. Vesalius. Eclesiastés. Honra a la sabiduría de quién protege la vida, función, estética. Primum non nocere.
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