Tribuno del espectáculo estético, templo de los dioses irracionales, postradas imágenes de sus recintos, paredes inmensas entre curvaturas abstractas y relojes complejos. La disociación explicita de la perfección en palabras y su significado en templos ocultos que abundan solo en vagas expresiones. Aquel el momento donde la escritura no abunda en detalles convergen las grandes inquietudes. Simbiosis de materia y figura, la continuación magnificada. A la postre de un sueño.
Caminando en cristales adecuados entre sí en cadenas covalentes, mirando hacia un cielo virtual, suspiro entre detalles armoniosos. La fiel intención de coordinar mis sentidos y engañar mi existencia pondera en la indecisión de abrir la puerta alejada y brillante. Las ciudades inmensas, pulcras, emergidas de la misma orbe. Agua abundante entre campos bastos con dulces raciones de realidad. Sonrisas exquisitas, flores en extensos valles, aromas ideales y suaves ráfagas de viento emergen siempre en momentos breves en los que me integro en su esencia. Grandes altitudes, montañas que sobre salen del paisaje golpeando en sus playas la briza. Obra maestra, la inmensidad manifiesta, su virginidad intacta. Tierra abundante, tierra exquisita. Debajo de ella vida, tallos subterráneos de cimientos simétricos y raíces adventicias. Magnificencia. Simbiosis.
Sutilmente los sensores se apagan, el sistema coordina las actividades y resuelve las operaciones binarias, se apagan los circuitos. Un mensaje emerge.
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