domingo, 26 de junio de 2022

Nighthawks





Me recostaba en la habitación helada y vacía con los puños cerrados, tenía sólo unos minutos para cerrar los ojos y volver a los pasillos que esperan mi sombra justo antes del amanecer. El descanso no es una opción y la mente se llena de inquietud. Cierro los ojos con la esperanza de un segundo de silencio, mis pensamientos giran en torno a la memoria de esos días y la realidad que me envuelve ahora. La oscuridad se apodera de alrededor, pequeñas luces resplandecen como estrellas en un distorsionado universo, parpadean y se extinguen; castañuelas, clave y xilófono en un eco distante, se escuchan las aves de un día lluvioso y percibo la humedad en el viento que acaricia mis parpados. Aquí dónde reina la quietud, en medio de un campo nocturno, así se siente la soledad acompañado de un desesperado grito guardado en el pecho, creyendo mirar la eternidad en un campo imaginario. Aún no puedo desprenderla de mi mente, sigue estando ahí. Sigue estando ahí la esperanza de encontrarme. 

El miedo a quedarme en la eternidad me despierta, tomo un baño de agua caliente, me visto en medio de la somnolencia y el agotador sentido de desesperanza. Me coloco la loción de siempre. El conjunto de todas las semanas. Tomo mis cosas y voy a escribir mi análisis. Siento mis manos frías, un dolor de espalda como sí hubiese cargado una maleta todo el día, miro al reloj, casi es hora de revisar expedientes, miro los mensajes donde no hay nada que destacar. Camino al tocador y me miro al espejo, veo el tiempo en mi rostro y me pregunto como será el día siguiente y el que sigue de este. 

Nada en una guardia es predecible, llega un enfermo con dolor y nauseas, se hacen algoritmos, se miden y se integran protocolos, se ingresa y se avisa al adscrito. Es casi de día y no he terminado aún. Escribo con lentitud, no comprendo lo que quiero hilar en oraciones. Así se queda, así se presenta. 

Llegan a la ceremonia invitados y participantes, el director inicia a la hora exacta, se elevan las presentaciones y los casos clínicos. Las emociones aquí no importan y sin embargo, es un hervidero de frustraciones y desanimo colectivo. Termina la obra con un agradecido auditorio, vuelve a la vida los pasillos y un día muere tras de sí. 

Un recuerdo, un día más es un día menos.   





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