Last flowers to the hospital - Radiohead
A marcha lenta restos y pasajes, viejos metales en los suelos de un parque industrial en el que anochece.
-¿A quién realmente le importan los pensamientos pasajeros de un anciano?-
La realidad es que ya quizás, no hay velas encendidas en el templo de las inhóspitas casualidades. En los posibles nuevos campos que algún día se presenten y es que la costumbre de un hombre que camina por viejas sendas ignora cambios.Ya habrán pasado un par de décadas. Apresurado fue el tinte de la era industrial. Apresurado también el pasar de la guerra, esa bestia insaciable de hierro que fiel al caos inunda de color cobre las calles, aún recuerdo el calor de los motores, el acostumbrado ambiente de miedo y el contraste repentino de fuego y cenizas al atardecer humeante envuelto en peste. La separación de los metales que se desintegran tan rápido con el furor de las balas. Hoy en día, en sus restos las armas se oxidan y con su historia finaliza ahí en los suelos, con el pasar de los vientos que tallan su superficie y parece que borran nuestras huellas, con la humedad que agrieta los viejos muros en su color bronce y el rostro muerto de una ciudad que lloraba en ruinas.
Ahora igual, corrompido el suelo por la acera y el paisaje amarillento de cientos de personas, la nueva clase, la urbe que sale al atardecer. La urbe que envejece con su ciudad desarticulada. Con un nuevo aire que anhela superación, que saborea el crecimiento y la riqueza. Puede que no exista más un lugar para la simplicidad. Los suburbios florecen y en sus hojas se entierra la última flor silvestre que restaba. El final de los tiempos. Aquí, tomaré asiento. Escribo un poco y redacto. Todo lo que encontré pasando las vías del tren, solo el silencio que ya no reconozco, silencio que deseo parando la voz que siempre irrumpe en mis pensamientos. El olor de aceite y carbón quemado. Pasaré desapercibido..
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