Un día por la noche. Hoy, sentir euforia y sentir depresión, la nostalgia y emocionante depresión de la noción del día en que la velocidad no es nunca suficiente. Me siento en forma confesable, en esta velocidad de la noche que toma sola toda una canción. Esperando seré siempre nuevo así viviré todo por primera vez y así siempre seguir ilusionado, que el alcohol no me tira, me desprende, metaboliza la actina de mi cuerpo y deshidrata mis ojos la nicotina del humo en los cuartos en movimiento. Otro ha sido el día en que desperté, otro ha sido el lugar de mis miedos que sigue mis pasos, me hace sentir con ganas de huir. A veces me encuentro sintiéndome bien, no hay mucho que hacer tanto que no he hecho.
Estoy cansado de la enfermedad de este frenesí pero sigue siendo la enfermedad de la adicción que me lleva entre el tiempo y siempre deprisa ¿A donde me llevará mi desvarío? es tan intenso, es tan banal, es mi inocencia de caer al pozo y sobrellevar la derrota sin custodios tras mis espaldas, el amanecer en mis venas la sangre al horizonte que enrroja en su brillo lo que fui en el alba, el día con mis confesantes. Luces parpadeantes, diantres y tonterías, ellos lo saben, para mi es diversión, extremidades de una bestia escrita de amor.
Mientras el ritmo no se canse, no habrá condiciones de rendición y este ensueño que comienzo a perder, se lleva conmigo mis terrores, y grito al cielo opaco, confieso arruinare mis condiciones, hasta estallar las malditas expectativas que esta noche, esta penumbra, hoy. Dejo de ser un hombre, seré nuevamente un segundo de nuevo, lo que deje de ver con ojos de esperanza, juventud.
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