Aconteció al azar, como una obra dictada por el error. Una flor que no relucía ni percibía el color, como una noche que ocultó la luna, uno de aquellos días donde se le arrebato la inocencia, una ternura en sus ojos, un miedo natural y algunos días después donde crecía en el más pérfido de los pantanos. La vida no le había dado la fortuna de ser libre, ni el destino de ver lejos, aunque irreparable el error. Sonrió por primera vez antes de ponerse el sol un día con sus pinturas. Ese día quizás aconteció que nacieras siendo otra vez privilegiada.
-Levántate y anda.
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